martes, 24 de mayo de 2011

reencuentros

¡Ah, sí!
Hay reencuentros, los rutilantes lo saben pero como principio, dudan de su pertinencia.
Sea como fuere, dos rutilantes se reencuentran, podria decirse, que redirigen sus cursos y los "ponen en fase", sí, ahí.

¿Quién lo diría? Los rutilantes suceden, están allí, siempre escabullidos. En carros de supermercados. Persiguiendo reps y, en lo posible, diciéndoles cosas bellas.

¿Es que acaso la invasión de olor a pescado muerto al museo-recereado no es un acontecimiento al que el rutilante merezca arribar? Podrucir (producir-podrido) esto, que quien sabe quién llamaría "reencuentro" - ellos dirían, la muerte se hace presente para quien está dispuesto a morir -.

El reencuentro en sintonía con este mismo paso. Del paisaje al paisajismo-geométrico del calamar-podrido. A eso el rutilante llamaría reencuentro y lo clamaría con sus correspondientes odas -

N.E.: La recurrencia de los rutilantes a las odas quedó plasmada en la Oda al Zurubí - verso plástico y lineal.

viernes, 7 de enero de 2011

estudio sobre la i

  • Debería ser el título pero así no se puede escribir
  • del desamor tampoco
si este pudiera ser ese espacio infinito, que pretende PV, que pretende VM -
pero parece ser más un confinamiento. Acá las palabras, en el cerco que tanto le gustó a R.B. (o del que tanto habló, sería más justo decir). Pero ese cerco... es verdad: lo salta el señor V.M. Reflota, se inmortaliza. Y ya que de imbecilidades hablamos, no se trata de la inmortalidad de las estatuas, fijas, sino de la otra. Del gesto. Del momento en que se pretende la inmortalidad como atemporalidad. El juego de las estatuas quedaría relegado a la palabra presa del cerco (tantos cercos, la quietud de la letra en todas sus formas, la muerte segura en los matorrales -parafraseándome), qué se yo, otros dirían que lo que sucede en esta atemporalidad es texto. Es el juego del texto con el texto.

se pretende vivir en ese espacio.

miércoles, 14 de julio de 2010

dejó

del jardín llevó su vuelo
de la caricia lenta
del adoquín secado al sol

sus tardes
las trajo parturiento
el día

dejó el hastío
dejó el respingo de su soledad
a cuidado eterno

para retomarla en el momento
menos esperado

viernes, 12 de marzo de 2010

órale león

Un rutilante solo se las arregla. Llega zaa'l'aleta y bate sus aletas con todo tipo de invitados, incluído un león. Mira, busca al rutilante compañero, da saltitos -¿será que hoy le habrá robado la capa algún hobbit o a Harry potcha? - (se pregunta el rutilante y se rasca disimuladamente la cabeza). Congregaciones, grupitos por aquí, grupitos por allá. Todos el espectro de las edades posibles cubiertas, hasta noventa llegamos seguro, seguro. Y el gran-león se pasea con su bastón, melena blanca al viento, rugiendo de felicidad, regala autógrafos. maxi-sun les cuenta (porque ya sabemos que el otro rutilante anda con capita) sobre el carvanal chino y el gran dragón con el que paseó a fin de año por la ciudad. Tango, canto ritual de leones, y un dueto de guitarras arremete de la nada y se hace la música; muchachos del video-bateristas-sensoriales se pasean felices y hacen flor de estruendo, el rutilante mueve su pollera, hace una campana gigante y gira, gira; baila el son sensorial. Y de la nada "el lucho", y dios mío, qué casualidad, y hacen su presencia en la conversación cocos inocentes y mandarinas mecánicas, amores infinitos (el rutilante sueña el beso enorme a los dos y los abraza, cocos y mandarinas conquistarán un día el mundo y ese día habrá amor). Y en eso sigue cayendo gente al baile, sí.marybañez pasea con un mantelito, gran-matius de lágrima negra de rímel corrido, girós y girós que hacen cuernitos y aullan a los maestros de la flauta hipnótica que mantienen a la audiencia en un trance de aquí para allá, de aquí para allá. Vestiditos rojos y guitarras rosas, cowboys con campanas que tañen al viento, un bajista laaarrgoo. Todos con sus anteojos, salvo el cantante que lo pierde en un movimiento incalculado por la audiencia, ya no sabemos en qué momento pasamos a la gran-danza-chamánica. Y los vinos van y vienen. El rutilante baila, auulla, el-rutilante-con-capita felíz de su invisibilidad hace todo tipo de danza, de las que se bailan en el living cuando no hay nadie con la música altota; y así manitos, así... los rutilantes se despiden de los sensoriales, lucho, los-hipnoflautas, el dragón chino y por sobre todas las cosas el-gran-león órale!!!

lunes, 8 de marzo de 2010

excursiones rutilantes

Todo plan que se digne debe comenzar en Bonpland y terminar con Ulises, eso los rutilantes lo saben desde su más tierna infancia, los infinitos cuentos para pequeños-rutilantes no fueron en vano, todo en los rutilantes es el comienzo y el fin de un pequeño-gran-cuento que empieza-termina-vuelve-a-empezar, personajes de cuentos fabulosos.

El comienzo, entonces, con encuentros ralentados y escandalosos en un mundo inexistente, bisagra entre este y algún otro que no se conoce, los rutilantes aferráronse a la malla protectora del local y se columpiaron: ahí estaban, eran fotografías transparentes de un mundo como el de Peter Pan, detalles ínfimos, imperceptibles al ojo no entrenado a las imperceptibilidades de los cuentos (eso, eso, el mejor entrenamiento -dicen- y festejan al Doctor Parnassus). Como siempre, los planes y las planificaciones trazados por los rutilantes exigen una modificación constante y un no apegarse a ellos (salvo en los horarios de comida, que son peligrosamente respetados), así, que en medio de festejos, algarabías y un alfajor jorgito de dulce de leche partieron rumbo a librerías, con el inconfundible sabor a plan roto. Un buen comienzo acompañado de eternas cadencias, los rutilantes ralentaron sus pasos poco a poco hasta quedar suspendidos y mirándose a la cara, no movían ni una pestaña, ni un pequeño temblor, nada de calambres ni de párpados nerviosos, por su pensamiento transmitieron estas letras l-i-b-r-o-s -s-o-r-b-i-l - l-o-r-b-i-s códigos, todo sin afectar nada, el aire quieto, los rutilantes quietos, ¿cómo venden estos señores en este enorme detenimiento?. Salieron como pudieron, los rutilantes, no lo sabemos, es un misterio de esos que los rutilantes aceptan; en un plin-plaf estaban de patitas en la calle y parloteando como si no hubiera existido tamaño silencio. Se dirigieron presurosamente al pasaje, siempre llenito de libros, la ruta del libro iban trazando. Mundo de escaleran corredizas que van y vienen, van y vienen, el rutilante calcula splaff, toma libro, pasa escalera, hojea libro, splaff, splaff, deja libro: encuentros en mesas con amantes proyectosos y huida-por-favor, los rutilantes saludan fervorosamente al librero y luego cada uno se pregunta de dónde lo conocen, maestre encuadernador, frecuentador de fiestas del yablón y librero parece ser. En esta excursión demiúrgica Prometeo los esperaba con los brazos abiertos y su capita anaranjada y luz, mucha luz. La felicidad se hizo en las manos de los rutilantes, y Duchamp, oh lord todo poderoso y eterno, hizo un acto de presencia y se dedicó a saltar entre las manos de los rutilantes, anduvo de excursión, subió las escaleras de Monk y abrazó el sonido celestial de Ulises (pero eso viene después, ¡el rutilante no respeta ni al orden!).

Subte de por medio y lo-más-felíz rutilante y rutilante movilizaron sus pies, piernas, caderas, brazos, cabeza y demás hacia el subte hasta llegar a la congregación de mitones. Uhhhh, sí, llenos de manos de escritores, de gabi-luxes y alejos-alejados con zapatos-nuevos-viejos pero impermeables y todo al módico precio de $75 (los rutilantes no osaron preguntar si el precio había sido pagado, aunque en medio del festín de mini-tartas, mini-muffins y limonadas se deslizó algún que otro gesto que dio a entender que así había sido). Corrieron los rutilantes de aquí para allá entre mitos y mitones, entre dibujos, libros, libritos, fanzines puuuurrrrr, puurrrrrrr, los rutilantes festejaban, salieron corriendo, en búsqueda del panchódromo inexistente, encontraron sí, coca (la abuela rutilantosa se señaló la cola) y pebetes gordos pebetes que no se dejaban abrir, el rutilante sin embargo tiene sus método, ningún pebete se resiste a su mordizco, no señor, aunque valga la vida de los dientes, en una lanzadera desesperada de boca al piso (con el paquete entremedio).

Fueron vistos: dos rutilantes en Figueroa Alcorta, cada uno con su pebete y su coca en mano. Uno de los rutilantes se atragantaba con pebete de dimensiones descomunales, intentaba burlar a la guardia, diciéndole sshoo no tdrengo dada en da booca, mientras millones de migajas se incrustaban en el uniforme (que era gris y acabo rosa) del gran-señor-del-puerta. Presurosos guardaron sus cocas, entraron de excursión y vieron cómo las arañas se paseaban por los hombros de los espectadores, la gran sabiduría del rutilante lo llevó a actuar cautelosamente al ritmo del "Oh, no, señor TENÉS UNA ARAÑA EN EL HOMBRO" seguido de los ritmos-gritosos de AH-AH de mujer-acompañante y valiente que de un plumazo voló a la araña al gran demonio de las arañas, allá lejos, lejitos.


Muy bien, esto no termina aquí, los rutilantes muy felices con la excursión se dirigen ahora sí al final, Monk, jazmines y chicos sin miedo acompañan a Ulises, chicas con un parloteo insoportable asustan a los rutilantes quienes nuevamente, ni lentos ni perezosos, se alejan del tumulto ensordecedor de la noche y se adentran en los trompetines, los coros de muchachos, las melódicas un piano maravilloso que deja a los rutilantes maravillados, guitarras, baterías y un contrabajo estruendoso que hace saltar gritos delirantes al público... los rutilantes acaban robando un festín y festejándolo entre jazmines.

Es así, el rutilante es así, despídese fervorosamente haciendo el avioncito, lo más importante, lo más importante es siempre "comer en en restorante", frase célebre de mom, así como "elegante como un elefante".

miércoles, 3 de febrero de 2010

el bicho bah

cuando él sale baila
mueve sus pegajosos tentáculos
tururu tururí

remueve escombros del fondo
de un alféizar
remueve la roñas de la mañana

jabón y cepillo
pa'l bicho
va el bicho bahhh!

ingrato
roza las costras
ingratitud a la mugre
pequeño-abrigo-amistoso

uña va uña viene
el bicho se entretiene

miércoles, 27 de enero de 2010