Luego viene el deslizamiento lateral: del sujeto al objeto. Un libro. Gambito de Alfil. Tema hiper-familiar pero materializado, descentralizando un poco la cuestión, despositivizándola. Sep... esa fue la gota. Plic.
Cómo no entrar en el terreno, embarrar la cancha. Hasta los codos en un fango resvaloso. Hasta el acercamiento.Placer, placer, placer infinito. Deténganme que ahí voy. Y fui. Y volví.
Otra vez coincidencia. Sí. Otra vez. Hoy sobre Scalibrini, bien de mañana. Rumbo desconocido.
Última vez. Qué deparará el destino. Intervención imposible, debo confesarlo. Intervenir esta trama sería quitarle tu deseo. Plastificarla y convertirla en una hermosa mercancía en venta "vos y yo: amor". No. No.
¿Qué me diría mi amado-cineasta? Todo tan tragicómico. Empezá en una tragedia, bien griega. Coro, coro. Jodido coro. Mucha culpa para transmitir. Terminá en Broadway, al mismísimo demonio toda la parafernalia, bien vulgar y sobre todo romántico-meloso que gritemos ¡Hermoso! Hasta las lágrimas.
Todo esto para albergar al menos la esperanza de convertirnos en una comedia. Y llegar hasta el patafisismo mismo de la cuestión (y bue... ya que estamos de jornadas)
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