Hay reencuentros, los rutilantes lo saben pero como principio, dudan de su pertinencia.
Sea como fuere, dos rutilantes se reencuentran, podria decirse, que redirigen sus cursos y los "ponen en fase", sí, ahí.
¿Quién lo diría? Los rutilantes suceden, están allí, siempre escabullidos. En carros de supermercados. Persiguiendo reps y, en lo posible, diciéndoles cosas bellas.
¿Es que acaso la invasión de olor a pescado muerto al museo-recereado no es un acontecimiento al que el rutilante merezca arribar? Podrucir (producir-podrido) esto, que quien sabe quién llamaría "reencuentro" - ellos dirían, la muerte se hace presente para quien está dispuesto a morir -.
El reencuentro en sintonía con este mismo paso. Del paisaje al paisajismo-geométrico del calamar-podrido. A eso el rutilante llamaría reencuentro y lo clamaría con sus correspondientes odas -
N.E.: La recurrencia de los rutilantes a las odas quedó plasmada en la Oda al Zurubí - verso plástico y lineal.