- Debería ser el título pero así no se puede escribir
- del desamor tampoco
si este pudiera ser ese espacio infinito, que pretende PV, que pretende VM -
pero parece ser más un confinamiento. Acá las palabras, en el cerco que tanto le gustó a R.B. (o del que tanto habló, sería más justo decir). Pero ese cerco... es verdad: lo salta el señor V.M. Reflota, se inmortaliza. Y ya que de imbecilidades hablamos, no se trata de la inmortalidad de las estatuas, fijas, sino de la otra. Del gesto. Del momento en que se pretende la inmortalidad como atemporalidad. El juego de las estatuas quedaría relegado a la palabra presa del cerco (tantos cercos, la quietud de la letra en todas sus formas, la muerte segura en los matorrales -parafraseándome), qué se yo, otros dirían que lo que sucede en esta atemporalidad es texto. Es el juego del texto con el texto.
se pretende vivir en ese espacio.
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