martes, 13 de enero de 2009

sales

esto es solo un lugar
lo demás es puro espacio


llanto por treinta y seis monedas de cinco centavos, solo por eso, por la estúpida razón de un aumento y las cosas que no colaboran, eso, eso fue lo que recorrió estúpidamente mi cabeza y las consecuencias se hicieron sentir, el rechazo de la imbecilidad, el cuerpo es sabio, me sacudió un intervalo pequeñísimo de tiempo el esternón, y algo se estrujó, ojos vidriosos y que la cajera por favor no se diera cuenta, un puñado de monedas atravesó el círculo vacío de vidrio que separaba nuestros cuerpos, y eso fue suficiente, segunda arremetida, y un chorro de agua se deslizó imprudentemente por mi mejilla, tomé el puñado y hui literalmente del lugar, sorteando convenientemente al guarda de seguridad, mirando el piso, viendo como el reguero de lágrimas se desparramaba por el suelo del banco.

la viscosidad del espacio nuevamente en aumento, yo y mi tijera, siempre a mano para abrirme camino, y un libro latía. Lo tomé ansiosamente, nuevamente su tapa naranja se deslizó prudentemente bajo mis dedos y retomé una caricia, la retomé allí donde la había dejado y él nuevamente me devolvió sus letras y me colmó y sonreí, la sal se requebrajaba bajo mis mejillas, guardé la tijera, ya no la necesitaba, el espacio se acomodó, volvió a ser transitable y bajé en 9 de Julio y ella de nuevo, nuevamente, con un libro de Aldous Huxley bajo el brazo y una mandrágora, sus zapatos se habían convertido en vestido y el resto era rosa, salvo un brazalete a rayas, perfecto. Ella es perfecta. Ella es hermosa. Corrí tras ella, estaba apurada y yo no quería perderla, y el espacio ya me envolvía, él circulaba por mi, él debía pedirme permiso para pasar, nuevamente Independencia y Tacuarí.

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