sábado, 13 de diciembre de 2008

certeza de un balcón

La señorita Mondriadán salió al balcón, hoy, una noche que anuncia el verano, cargando una brisa húmeda, abierta y estrellada.
Su tedio le permitió apoyar pesadamente la cabeza en la pared lateral. Respiró lentamente el aire nocturno; casi amargamente.
Su cuerpo tan tenue y pequeño bebió la noche y pensó en los tiempos de aquel balcón acostumbrado. El tiempo había borrado los rincones, las grietas, sus pequeñísimos secretos; el tiempo de la costumbre. En esto pensaba cuando decidió deslizar la palma de su mano por la pared; la noche, también acostumbrada acogió su movimiento y sus rodillas cedieron al peso de su cuerpo, lentamente su espalda palpó tramo a tramo la pared y la imagen repetida se desdibujó, reconoció la sensación, una extrañeza, un sentimiento que la acongojaba y hacía que tuviera que excusarse y pedirle permiso a su antiguo balcón por semejante acto impúdico.

este es el lugar
este es el espacio que tu cuerpo roza
mi espacio
el que mi cuerpo de piedra cede a tu cuerpo
el que contempla siempre
queriendo abarcarlo
pero sabiéndolo vivo reconoce la imposibilidad de semejante acto
esta usual piedra que se agrieta
y que tus ojos no contemplan
por materia inerte

1 comentario:

unlugarsiempreazul dijo...

muyy lindoo Jimee!!! mira mi blog
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